- UNA SONRISA CUESTA MENOS QUE LA ELECTRICIDAD Y DA MÁS LUZ -. Proverbio escocés

sábado, 13 de febrero de 2010

REFLEXIONES FINALES...

Yo creo que el blog es un elemento práctico para la organización del alumno (supongo que para el profesor también). Tienes todo tu trabajo almacenado y resulta cómodo cuando tienes que realizar diversas actividades para la asignatura, pues da una visión global del trabajo realizado por el alumno.

Más allá de esta cuestión, supongo que es cosa de gustos, como los colores, tener un blog o no tenerlo. Yo nunca había confeccionado uno y la experiencia ha sido gratificante.

RESUMEN LECTURA Nº6

LECTURA Nº6
Roberto Carballo Cortina: “Ciencia y método”

Siguiendo las palabras de Einstein con las que usted comienza el ensayo, en las que se subraya la importancia del elemento subjetivo o ideológico al que el saber científico está expuesto como cualquier otro campo de la actividad humana, comienza una deconstrucción del concepto de ciencia imperante en las sociedades occidentales, aquéllas que lo han creado, según el cual, la ciencia cumpliría la función de faro de la humanidad, una especie de “Libertad guiando al pueblo” de Delacroix.

El que usted sea consciente de este hecho, crucial para entender la mentalidad contemporánea, no es óbice para que también reconozca los logros que el conocimiento científico ha aportado al ser humano y que le ha permitido, en acertadas palabras suyas, “acercarse al conocimiento de sus límites”. Interesante. Más, cuando el conocimiento de estos límites viene acompañado del desarrollo paralelo de un sentimiento de superioridad y prepotencia del quehacer humano.

Compara nuestra época histórica de fe en la ciencia con otras que esta misma ciencia mira, por el retrovisor de la Historia, como etapas primitivas (atiéndase al sentido peyorativo de esta palabra en nuestros días) a la llegada de la ciencia, encargada de revelarnos las verdades que entes nos eran ocultadas, Amén.

Si bien, la ciencia ha hecho un examen de conciencia, siguiendo el símil religioso, que cada vez le hace más consciente de sus límites, de su humanidad.”No se puede explicar nada en sentido profundo” en palabras de Hull.

Da un paso adelante, valiente, en el que hace una crítica de la ciencia como instrumento de dominación social, de su carácter cerrado y endogámico, de la exposición de sus logros en un vocabulario y unas formas que son inaccesibles para la mayoría de los hombres, quedando así en entredicho su carácter universal y emancipador.

Me gusta la comparación entre la banal discusión del sexo de los ángeles con la imperiosa necesidad de establecer los límites de la ciencia, lo que es ciencia de lo que no, de la que hacen gala los llamados científicos en muchas ocasiones. Me gusta cuando insinúa que ellos mismos, los cientifistas, no están verdaderamente convencidos de sus verdades, cuando tratan de imponerlas al resto. Esto puede ocurrir con cualquier creencia religiosa o ideológica añadiría yo. Igualmente me gusta el tono mordaz que usa en el texto, en el que la tierra de libertad a la que nos lleva la ciencia parece ser, irrevocablemente, monárquica. Me gusta cuando en cada afirmación se apoya en la cita de un autor reconocido como cuando entrecomilla a Ortega y Gasset para demostrar la influencia de la ideología y de su tiempo en el investigador científico, resaltando así la idea principal que busca trasmitirnos: La ciencia, y con ella el ser humano, nunca será capaz de explicar todas las dudas, límites o situaciones a las que la vida nos expone.

jueves, 11 de febrero de 2010

RESUMEN LECTURA Nº3

LECTURA Nº3
Manuel Sacristán: “¿Qué es una concepción del mundo?”


El autor nos ilustra el carácter de superestructura de la ideología o concepción del mundo de cada individuo o de cada sociedad como un organismo con su propia ideología propia que repercute y da forma a los individuos que la componen, una especie de Anima Mundi en terminología de Jung, añado yo.

As,í de esta concepción del mundo que compartimos con nuestra sociedad, o que nuestra sociedad nos ha dado, podemos inferir que el culto a la ciencia en nuestras sociedades es fruto de este espíritu de nuestra época, que como señalaba en la anterior lectura, nos tiene imbuidos por su carácter de superestructura, de la que en muchos casos somos inconscientes incluso teniendo el Yo en lonchitas de Freud.

La concepción del mundo, continua, se diferencia del conocimiento positivo en dos cuestiones básicas: aquélla hace afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos propios de conocimiento positivo, que son la verificación o falsificación empíricas y la argumentación analítica, aunque, señala a continuación, que es una fantasía pretender que la ciencia no tenga nada que ver con una concepción del mundo y que el científico que lo pretenda corre el riesgo de someterse a la concepción del mundo vigente en su sociedad, tanto más peligrosa cuanto que no reconocida como tal.

Aceptar, por tanto, las limitaciones del ser humano como ser, que aun conservando su individualidad innegable, pertenece a un todo más amplio o superestructura que le alberga.

lunes, 8 de febrero de 2010

RESUMEN DE LECTURAS. Nº1

Lectura Nº1
Gino Longo: “Características del conocimiento científico”.
Roberto Carballo: “Nota crítica a la lectura Nº1”


Voy a comenzar tratando de responder las cuestiones con las que acaba su crítica del artículo, haciéndonos cuestionar la veracidad de los argumentos expuestos en el texto de Longo sobre la concepción de la Ciencia como el último profeta esperado por la Humanidad en la que ésta se lanzará, como una flecha, hacia un progreso que, antorcha en mano, nos conducirá a cuotas jamás imaginadas de conocimiento y por tanto, gracias a una mágica mimetización de conceptos, a la felicidad.

Como hace en su crítica no entiendo cómo es posible hacer una separación de un supuesto Hombre de acción de la de otro supuesto Hombre de ciencia o reflexión.
En primer lugar, se contradice una y otra vez en el texto, y la separación a modo de “tipos ideales” de los seres humanos o de las capacidades de éste, como la anteriormente expuesta, se rebate con otra afirmaciones como: “ Para desarrollarse con éxito, la praxis requiere de una buena cognición de la realidad, en la cual y sobre la cual el hombre se prepara para actuar. En este sentido, el conocimiento, es premisa de la acción, mientras que la acción es el fin último del conocimiento”. ¿En qué quedamos?

Un Hombre práctico o de acción, al modo expuesto con matices que recuerdan a ratos un sabio taoísta que se funde y es Uno con la naturaleza y a otros un tierno bebé que nada conoce todavía, es un tipo ideal o algo que pudiendo darse en el campo de las ideas o de la filosofía nada tiene que ver con la realidad que pretende representar. Lo mismo cabría decir del Hombre de ciencia que da la impresión de tratarse de un maniaco del conocimiento por el conocimiento o de un asceta huído a la reflexión y la meditación en un monte. Todo se complementa y actuamos para conocer y conocemos actuando o para actuar. No tiene que ser siempre así por supuesto, pero es algo propio del ser humano.

Otra crítica que me gustaría resaltar es la prepotencia que a menudo, más de lo que debería en todo caso, experimentan los llamados científicos y así, con toda naturalidad, en el texto se nos explica los estadios por los que el ser humano ha pasado desde el principio oscuro, en el que el ser humano aún no tenía el conocimiento que nosotros poseemos de la realidad y que nos diferencia de nuestros incultos ancestros, “hasta llegar a conocer las relaciones que se establecen objetivamente entre los fenómenos de la realidad” (sic). ¡Toma el frasco, Carrasco! ¡Hemos llegado a conocer la realidad! Y lo hemos hecho objetivamente, por supuesto.

Pretender que hemos llegado, a modo de última estación, a donde el ser humano tenía como objetivo innato a sus capacidades es no sólo una osadía sino que refleja un espíritu de adoración y de fe ciega en la ciencia que convierte a ésta en otra ideología más. Pretender que nuestros antepasados, por el mero hecho de no poseer un método científico de conocimiento como el nuestro, vivían en una oscuridad asfixiante es ridículo. Cada época tiene su espíritu y la nuestra es el espíritu de la ciencia. Una ideología que cada pretende conocer la naturaleza y desentrañarla para luego alejarse cada vez más de ella. ¡Oxímoron cruel!

Quizá el fallo radique ahí, en intentar descifrar o cambiar la naturaleza como leitmotiv. Nuestra filosofía y por ende nuestra ciencia observa y argumenta, analiza y deduce, es decir actúa para conocer. Entre estímulo y acto cae la sombra del pensamiento, en metáfora de T. S. Elliot.

Yo propongo, para acabar, una ciencia, una filosofía fundamentada en la vida y en la naturaleza orgánica contra tanto mecanicismo y materialismo.



“El mayor bien es como agua, porque el agua beneficia a las mil criaturas sin disputar con ellas y se remansa en lo más bajo”.
Tao Te Ching.

miércoles, 3 de febrero de 2010



Ricardo para elmundo.es